“El mejor equipo del mundo”, así tituló La Nación el martes 17 de junio de 2014, al trabajo que diseñó Greg Popovich, como responsable técnico de San Antonio Spurs, al lograr el último campeonato de la NBA, la liga de basquetbol más importante del mundo.
Popovich, con 5 campeonatos
logrados, vuelve a ser la clave del éxito de este logro.
Sin dejar de considerar el
trabajo de cada uno de los integrantes del equipo, Greg alcanzó este quinto
anillo con conceptos tales como un gran entrenador no quiere a los mejores
jugadores, quiere a aquellos jugadores que son mejores para entrenar, que
acepten ser dirigidos y enseñados. Figuras de la talla de Tim Duncan,
Tony Parker, Manu Ginóbili, el Big Three
más ganador de la historia de los play-off, están siempre dispuestos a aceptar
la indicación del técnico, sin discusiones, sin titubeos.
Así se forma un equipo, un equipo
triunfador, donde el objetivo es muy claro, pero los medios lo son más, el
entrenar, el escuchar, el poder corregir errores, el aceptar que hay alguien
que ve un trabajo colectivo, más allá de una súper figura (paso con el último
rival, Miami Heats y su estrella, Lebron James).
¿Cómo podemos aplicar estos conceptos
a nuestra función gerencial y lograr resultados? Revisemos la frase de
Popovich. Debemos ser un buen transmisor de necesidades, pero sabemos
seleccionar a nuestros players, quizás sí, ahora bien, ¿los escuchamos? ¿Nos
escuchan? ¿Somos claros? ¿Nos gusta lo que hacemos, queremos lo que hacemos? ¿Amamos
lo que hacemos?
No podemos vender un proyecto, si
primero no lo compramos nosotros. No hay lugar para el que no se ajusta a las
reglas, a veces hay quien llama la atención de sus dirigidos, otras se les
reclama más dedicación o compromiso. En un equipo esto no existe, a nadie hay
que pedirle que no llegue tarde…eso acá no existe dice Greg.
Parece sencillo, pero no lo es.
Esa cuestión del liderazgo que
ejercemos los ejecutivos, nos lleva en oportunidades a encontrarnos con
cuestiones parecidas a las de Pop, pero detrás de esa tribuna o el televisor
que genera el alentar, aplaudir o simplemente disfrutar del espectáculo, existe
todo una gestión elaborada a través de esquemas, estrategias, tácticas que son
conducidas a un fin determinado solo si contamos con las competencias y
actitudes de líder que todo equipo necesita.
Así y todo, muchas veces el
resultado queda muy cerca del objetivo, con lo cual hay que volver a retomar y redefinir
el proceso empleado, ya que muy cerca es importante, pero lograrlo es mejor.
Hace pocos días trabajando con un
colega sobre este tema, me encontré que uno de las mayores inconvenientes que
observaba con un grupo era la falta de trato (voy a evitar la palabra
comunicación ya que es muy amplia, y muchas se usa como paraguas de problemas
menos claves); esa falta de trato venía ya desde su superior y repetía el mismo
error hacia su gente.
No solo se ejerce el liderazgo
hacia sus subalternos, quizás el más sencillo muchas veces, ejercer el
liderazgo hacia arriba, significa complementar el trabajo en equipo. Volviendo
al ejemplo de Popovich, si él no manejara las relaciones con el dueño de la
Franquicia y permitiera que éste por su condición de tal, tratara de imponer
sus ideas, no podríamos imaginar las consecuencias.
El vector de dirección se
encuadra dentro de variables determinadas que son insoslayables y que
necesariamente forman parte del objetivo a cumplir.
El manager, el gerente, debe
tener independencia de criterios, dentro de la misión que se le asigna, velar
por los resultados es velar por su gente, es participarla, es direccionarla, es
comprometerla, ¡y eso en mi área pasa!
Hablamos de liderazgo, de
participación, de compromiso, de roles claramente definidos. Armonizar esto, es
conceptualmente lo que lleva a obtener los logros de un equipo.
Se gestionan las cosas, se lidera la gente. ¡Greg Popovich, el mejor
Equipo del Mundo!
Por Alfredo
B. Fernandez
Gerente General
Schein
Consultores
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